jueves, 7 de enero de 2016

Adiós Rafa

Tras el empate en Mestalla del fin de semana pasado se consumó una noticia que se venía presumiendo desde hace varias jornadas: La destitución de Rafa Benítez como entrenador madridista.

Si analizamos la trayectoria del técnico en el banquillo madridista se puede observar que, por mucho que algunos quisiéramos darle crédito, era difícil que ésta tuviera un final feliz. El bueno de Benítez no ha encontrado nada más que obstáculos desde que aterrizó en el banquillo madridista: La prensa, tan miserable como siempre, pasó de alabarle (han pasado años colocándole como futurible para el Madrid) a menospreciarle desde el momento que firmó, tachándole de mediocre y aburrido. La propia afición, que no confió en él (en muchos casos por no llevarse bien con el ídolo de algunos Mourinho), y lo que es más importante, los jugadores, en un alarde de profesionalidad, han intentado boicotearle desde que llegó, como evidencian las palabras del "capitán" Ramos en verano diciendo que quería a Ancelotti.

Son precisamente estos últimos, los jugadores, los que para mí son los principales responsables de la situación. Salvo excepciones, los pesos pesados de la plantilla han tenido como principal objetivo librarse de un entrenador metódico, que estaba encima de ellos y les exigía comportarse como lo que se espera que sean: profesionales de élite. Un entrenador que les exigía esfuerzo y sacrificio en el campo, y que no se limitaba con dejarles vivir de su talento (cosa que resultó insuficiente, vistos los resultados de la temporada pasada). Estos jugadores, que sólo muestran competitividad a la hora de enfrentarse a entrenadores y ponerse por encima del club, son los principales responsables del fracaso de un proyecto deportivo al que decidieron condenar nada más nacer.

Por supuesto el vestuario no es el único culpable, al propio Benítez se le ha visto superado por la situación, dando bandazos muy alejados para el sentido del orden que se le supone, no ha conseguido imponer su criterio ni hacerse con el control del vestuario, aunque como he dicho esto es dificilísimo, ni tampoco ganarse autoridad ante un presidente que tampoco se va de rositas, puesto que ha dejado que la situación se descontrole por mimar a este grupo de divas, cediendo ante chantajes y renovando a discrección a gente que no lo merece por rendimiento ni por actitud.

En resumen, todos estos factores se han unido para hacer fracasar a un entrenador que, como mínimo, vino con profesionalidad, ilusión y madridismo, cosas con las que muchos de los que siguen en el vestuario no pueden ni siquiera soñar.

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