martes, 9 de febrero de 2016

El día de la marmota


El domingo pasado asistimos a una situación a la que este grupo nos tiene más que acostumbrados. Para situarnos: Partido fuera de casa ante rival pequeño, en el que el equipo sale sin la intensidad necesaria, el rival se crece y al final, tras varios toques de atención, acaba marcándonos un gol, que puede adelantarles en el marcador o empatar el partido (al fin y al cabo este equipo tiene calidad y puede marcar de "casualidad"). A partir de dicho gol, los jugadores madridistas entrarán en un estado de pánico y ofuscación absolutos, en base al cual atacarán con prisa y transmitiendo sensación de impotencia, independientemente del minuto que sea, situación que en un alto porcentaje de casos (ayer apareció uno de los pocos dignos de este escudo para remediarlo) acaba terminando con la pérdida de puntos del equipo.

A la frustración por dejar escapar puntos en este tipo de partidos, el madridismo empieza a añadir una sensación de deja vu, de imágenes ya vividas, con el costado izquierdo siendo una verbena defensiva a todos los niveles, con Cristiano mostrando su actitud más divina (pero de diva), con los atacantes parados y atolondrados, los laterales colgando balones sin ton ni son y otros muchos síntomas fácilmente reconocibles. Es flagrante la fragilidad mental que tiene este grupo, no sólo para no reponerse de los golpes recibidos, que también, si no para no aprender de los errores cometidos y, ya sea por desidia o por estupidez, no darse, o no querer darse cuenta de cuándo un partido aparentemente fácil se te complica y reactivarse, algo que han sido incapaces de hacer incluso con partidos que se complican en la primera parte, con tiempo para reaccionar. A esta actitud sólo se le puede calificar de una cosa: de perdedora.

El golazo de Modric, uno de los pocos jugadores que escapan al loserismo reinante en la plantilla, no sólo salvó tres puntos que, sinceramente, no son de gran valor, pues la liga está perdida precisamente por partidos como el del pasado domingo. Lo que es más importante, el bueno de Luka evitó que los madridistas tuviésemos que escuchar por enésima vez las "disculpas" de alguno de nuestros capitanes que, haciendo gala de su estupidez o de su poca competitivdad, nos recordarían, una vez más, cómo no salieron concentrados y se dejaron comer la tostada por un equipo inferior; para acto seguido volver a prometer que no volverá a pasar... Hasta la próxima salida.

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