jueves, 10 de marzo de 2016

Sobre los octavos de Champions


El pasado martes el Real Madrid cerró la eliminatoria de octavos de final de la Champions League con un triunfo por 2-0 ante la Roma, en un partido más alocado de lo deseable. La eliminatoria deja muchas sensaciones sobre el equipo, en parte por ser uno de los primeros test serios que ha tenido que afrontar desde que Zidane se hizo cargo de la primera plantilla (por mucho que algunos intenten desprestigiar al rival).

Dejando la alegría por el resultado al margen, el partido de vuelta deja una sensación no del todo positiva, ya que el equipo fue incapaz de mantener bajo control un choque en el que partía con ventaja y en el que interesaba que pasasen pocas cosas. El resultado del planteamiento blanco fue todo lo contrario: propiciando el escenario que más favorecía a los de Spaletti, aunque éstos no supieron aprovecharlo debido a la falta de acierto en los metros finales y a un gran Keylor. Esta falta de "autoridad" para imponerse y dominar los partidos puede ser preocupante ante rivales de máximo nivel.

Los centrales han mostrado un nivel irregular durante toda la eliminatoria. Si en la ida la pareja Varane-Ramos ofreció un gran nivel, en la vuela Pepe estuvo bastante aseado (para lo que suele) y el sevillano estuvo directamente horrible, aunque esta vez no debe cargar con toda la responsabilidad; y es que en fase defensiva el equipo se desangra por el costado izquierdo, con un Cristiano liberado y un Marcelo que se desentiende totalmente de sus responsabilidades atrás, generando ventajas al rival que, francamente, es muy difícil que no sean aprovechadas por rivales de élite. Si a esto unimos la incertidumbre que supone el central de ese lado, un Ramos del que nunca se sabe si la moneda saldrá cara o cruz, el resultado es cuanto menos poco halagüeño.

Como puntos positivos hay que destacar el buen momento de Cristiano Ronaldo, no sólo en goles (ha marcado en los dos partidos el gol que abría el marcador) si no también en juego, ya que se ha mostrado más participativo y con más influencia en el ataque madridista, actuando como lo que debe ser: el referente del equipo. Otro jugador que ha rayado a gran nivel (en este caso siguiendo la línea de una Champions impecable) es Keylor Navas, que ha dejado paradas de gran mérito en ambos choques.

Por último destacar la participación de la segunda unidad, no sólo como recambios para lesionados/sancionados, si no como soluciones en sí mismas. El banquillo es capaz de ofrecer variantes a Zidane, que está demostrando buen ojo a la hora de elegir los cambios, y es que el galo dispone de muchas opciones para cambiar el rumbo de los partidos: desde la capacidad correctora de Casemiro (que está llamando a la titularidad) hasta el desborde de Lucas Vázquez, pasando por el ritmo que imprime Kovacic o la verticalidad de Jesé, así como la recuperación de Danilo, que vuelve a presentar un nivel digno del Real Madrid.

En resumen, mucho que mejorar (de hecho más de lo que dice el 4-0 global) pero, por suerte hay tiempo para hacerlo. Confiemos en que Zidane sea capaz de dar con la tecla y haga que el equipo pueda al menos competir en esta competición tras una temporada francamente para olvidar.

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